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La mastología es una de mis especialidades. Me dedico al diagnóstico y tratamiento de enfermedades mamarias, con énfasis en la detección temprana del cáncer de mama. Ofrezco una atención experta, cercana y comprometida con la salud de cada paciente.
Mastología es la especialidad médica encargada del estudio, diagnóstico, tratamiento y prevención de las enfermedades de las glándulas mamarias, tanto benignas como malignas. Esta rama de la medicina se enfoca principalmente en la salud de las mamas, abordando desde patologías comunes como quistes o fibroadenomas, hasta enfermedades más complejas como el cáncer de mama.
Realizar evaluaciones clínicas de las mamas.
Interpretar estudios de imagen como mamografías, ecografías y resonancias.
Indicar y realizar biopsias mamarias.
Diseñar planes de tratamiento médico, quirúrgico o reconstructivo.
Trabajar en la prevención y detección precoz del cáncer de mama.
Acompañar al paciente en todo el proceso diagnóstico y terapéutico.
La mastología es una especialidad multidisciplinaria, ya que el mastólogo trabaja en conjunto con oncólogos, ginecólogos, radiólogos, cirujanos plásticos, entre otros profesionales de la salud, para ofrecer una atención integral y personalizada.
Los quistes mamarios son sacos llenos de líquido que se forman dentro del tejido mamario. Son lesiones benignas (no cancerosas) y muy comunes, especialmente en mujeres entre los 35 y 50 años, aunque pueden aparecer a cualquier edad.
Pueden variar en tamaño, desde microscópicos hasta varios centímetros, y en algunos casos pueden causar dolor, sensibilidad o una sensación de bulto al tacto, sobre todo antes del periodo menstrual.
Benignos: No están relacionados con el cáncer de mama.
Fluctuantes: Pueden aumentar o disminuir de tamaño con el ciclo hormonal.
Únicos o múltiples: Pueden presentarse de forma aislada o en grupos.
Sintomáticos o asintomáticos: En muchos casos no causan molestias.
El diagnóstico se realiza mediante una evaluación clínica y estudios de imagen como:
Ecografía mamaria (la prueba más útil para distinguir si un bulto es sólido o líquido).
Mamografía, en algunos casos.
Si el quiste genera molestias o dudas diagnósticas, el médico puede recomendar una aspiración con aguja fina para extraer el líquido y aliviar los síntomas.
La mayoría no requiere tratamiento si no causa dolor ni molestias.
Si son dolorosos o recurrentes, el mastólogo puede indicar una aspiración o seguimiento periódico.
El fibroadenoma mamario es un tumor benigno (no canceroso) de la mama, compuesto por tejido glandular y fibroso. Es una de las masas mamarias benignas más frecuentes, especialmente en mujeres jóvenes entre los 15 y 35 años.
Se presenta como un bulto firme, móvil, liso e indoloro, que suele detectarse al autoexamen o durante una revisión médica.
Benigno: No se asocia con el cáncer de mama.
Movible al tacto: Se desplaza fácilmente bajo la piel.
Crecimiento lento: Aunque puede aumentar de tamaño con el tiempo o por influencia hormonal (embarazo, lactancia, etc.).
Puede presentarse como único o múltiple, en una o ambas mamas.
El diagnóstico incluye:
Evaluación clínica por un especialista.
Ecografía mamaria: Para valorar su forma, tamaño y características.
Mamografía (en mujeres mayores de 40 años).
Biopsia con aguja: Si hay duda diagnóstica, se puede confirmar analizando una muestra del tejido.
Observación: Si el fibroadenoma es pequeño, no cambia de tamaño y no causa molestias, se puede optar por un control periódico.
Cirugía: En caso de crecimiento, molestias, o si el paciente lo desea, puede ser extirpado mediante una cirugía menor.
Seguimiento regular: Para evaluar cualquier cambio en tamaño o consistencia.
La mastitis aguda es una inflamación del tejido mamario, generalmente causada por una infección bacteriana. Es más frecuente en mujeres que están en periodo de lactancia, especialmente durante las primeras semanas posparto, aunque también puede presentarse fuera de este periodo.
Se caracteriza por dolor, enrojecimiento, hinchazón y aumento de la temperatura en la mama afectada, y a veces puede acompañarse de fiebre y malestar general.
Obstrucción de los conductos galactóforos (canales por donde sale la leche).
Grietas en el pezón, que permiten el ingreso de bacterias.
Vaciamiento incompleto del pecho durante la lactancia.
Infecciones bacterianas, principalmente por Staphylococcus aureus.
Dolor localizado en una zona de la mama.
Enrojecimiento e inflamación.
Calor en la zona afectada.
Fiebre y escalofríos.
Fatiga y malestar general.
El diagnóstico es clínico, basado en los síntomas y la exploración física. En algunos casos, si no hay mejoría con el tratamiento o hay sospecha de absceso, se pueden solicitar estudios de imagen (como una ecografía mamaria).
Antibióticos: Para tratar la infección bacteriana.
Analgésicos y antiinflamatorios: Para controlar el dolor y la inflamación.
Continuar la lactancia o extracción de leche: Salvo que el médico indique lo contrario, es recomendable seguir vaciando el pecho.
Aplicación de calor local antes de la lactancia y frío después para aliviar los síntomas.
Absceso mamario: Acumulación de pus que puede requerir drenaje.
Mastitis crónica o recurrente.
La mastitis crónica es una inflamación persistente o recurrente del tejido mamario, que puede durar semanas o incluso meses. A diferencia de la mastitis aguda, que suele ser de aparición repentina y con síntomas intensos, la mastitis crónica se desarrolla de forma más lenta y prolongada, y no siempre está relacionada con la lactancia.
Infecciones bacterianas persistentes o mal tratadas.
Enfermedades autoinmunes, donde el cuerpo ataca por error el propio tejido mamario.
Conductos obstruidos o dilatados (ectasia ductal).
Mastitis granulomatosa idiopática (causa desconocida).
Presencia de cuerpos extraños o material residual tras cirugía o trauma.
Dolor mamario leve o moderado pero constante.
Bultos o áreas endurecidas en la mama.
Secreción por el pezón (a veces con pus o sangre).
Cambios en la piel de la mama (enrojecimiento, engrosamiento o retracción).
Inflamación localizada o generalizada de la mama.
Puede haber episodios de empeoramiento (reagudización).
El diagnóstico se realiza mediante:
Exploración clínica por un especialista.
Ecografía o mamografía para evaluar el tejido mamario.
Biopsia, en casos donde hay duda con otras patologías, como el cáncer de mama.
Cultivo de secreciones, si hay drenaje por el pezón.
Antibióticos prolongados, si hay infección activa.
Antiinflamatorios o corticoides, especialmente en casos con componente autoinmune.
Drenaje quirúrgico, si se forma un absceso o hay acumulación de líquido.
En casos persistentes o severos, puede ser necesaria la resección del conducto afectado o de parte del tejido mamario.
La mastitis crónica puede confundirse con otras enfermedades de la mama, por lo que es importante contar con un seguimiento médico especializado, especialmente si hay cambios en la piel, secreción anormal o bultos persistentes.
El papiloma intraductal es un tumor benigno (no canceroso) que se forma dentro de uno de los conductos galactóforos de la mama, por donde normalmente fluye la leche. Se origina por el crecimiento anormal del revestimiento del conducto mamario y es una causa frecuente de secreción por el pezón.
Es más común en mujeres de entre 35 y 55 años, aunque puede presentarse a cualquier edad. No suele estar relacionado con el embarazo ni la lactancia.
Papiloma solitario: Aislado, generalmente cerca del pezón, y de bajo riesgo.
Papilomatosis (papilomas múltiples): Más alejados del pezón, en diferentes conductos, y pueden tener un riesgo ligeramente mayor de cambios celulares.
Secreción espontánea por el pezón, que puede ser clara, lechosa o con sangre.
Pequeño bulto o masa cerca del pezón (a veces no se palpa).
Molestia o dolor leve, aunque muchas veces es asintomático y se detecta en estudios de rutina.
Ecografía mamaria: Para visualizar el conducto afectado.
Mamografía, especialmente en mujeres mayores de 40 años.
Galactografía (menos frecuente): Estudio que observa los conductos mamarios.
Biopsia por aguja o exéresis quirúrgica para confirmar el diagnóstico y descartar cambios atípicos o malignos.
El tratamiento habitual es la extirpación quirúrgica del papiloma (papilectomía), especialmente si hay secreción sanguinolenta, duda diagnóstica o cambios celulares atípicos.
En casos sin síntomas ni alteraciones, puede optarse por un seguimiento médico regular.
La ectasia ductal mamaria es una condición benigna en la que uno o varios conductos galactóforos (conductos mamarios), ubicados detrás del pezón, se ensanchan (dilatan) y sus paredes pueden volverse más gruesas, lo que puede llevar a la acumulación de líquido y formación de secreciones.
Es más común en mujeres de mediana edad o mayores, especialmente después de la menopausia, aunque también puede presentarse antes.
La causa exacta no siempre es clara, pero se asocia con:
Cambios hormonales relacionados con la edad.
Inflamación crónica del tejido mamario.
Acumulación de secreciones dentro de los conductos.
Secreción por el pezón, que puede ser espesa, blanca, verdosa o incluso oscura.
Dolor o sensibilidad en la zona areolar.
Inflamación o enrojecimiento alrededor del pezón.
Retracción del pezón (en algunos casos).
Bultos detrás del pezón, producto del conducto dilatado o inflamado.
El diagnóstico se realiza mediante:
Exploración clínica por un especialista.
Ecografía mamaria, que permite visualizar los conductos dilatados.
Mamografía, para descartar otras condiciones.
Biopsia, si hay dudas o sospechas de lesiones atípicas.
En muchos casos no se requiere tratamiento específico, solo control y seguimiento médico.
Si hay infección asociada (mastitis periductal), se indican antibióticos.
En caso de síntomas persistentes, dolor, secreción anormal o preocupación estética, puede recomendarse una cirugía para extirpar el conducto afectado (resección ductal).
No. La ectasia ductal mamaria es una afección benigna, y no está relacionada directamente con el cáncer de mama. Sin embargo, como puede simular síntomas similares a otras patologías mamarias, es importante una evaluación médica adecuada para descartar otras causas.
Las lesiones precursoras en cáncer de mama son alteraciones celulares que no son cáncer, pero que aumentan el riesgo de desarrollarlo en el futuro. Identificarlas a tiempo permite un seguimiento adecuado y, en muchos casos, prevenir la progresión a un cáncer invasivo.
Estas lesiones pueden detectarse en estudios de imagen (como mamografías) o en biopsias realizadas por sospecha clínica.
Hiperplasia ductal atípica (HDA):
Crecimiento anormal de células en los conductos mamarios. Aunque no es cáncer, incrementa significativamente el riesgo.
Hiperplasia lobulillar atípica (HLA):
Proliferación anormal de células en los lobulillos mamarios. También implica un mayor riesgo de cáncer en ambas mamas.
Carcinoma lobulillar in situ (CLIS):
No es un cáncer invasivo, pero sí una señal de alerta importante. Suele encontrarse en biopsias realizadas por otras razones.
Carcinoma ductal in situ (CDIS):
Considerada una etapa muy temprana del cáncer. Las células anormales están dentro del conducto y aún no invaden el tejido circundante. Tiene alta probabilidad de convertirse en cáncer invasivo si no se trata.
Mamografía y/o ecografía mamaria
Biopsia con estudio anatomopatológico
Resonancia magnética en casos de alto riesgo
Depende del tipo de lesión y del riesgo individual. Puede incluir:
Vigilancia activa con estudios periódicos
Cirugía conservadora
Terapia hormonal preventiva, en mujeres con alto riesgo
Cambios en el estilo de vida y control de factores de riesgo
El cáncer de mama es una enfermedad en la que las células del tejido mamario crecen de forma descontrolada. Es el tipo de cáncer más común en mujeres a nivel mundial, aunque también puede afectar a hombres en menor proporción.
Detectado a tiempo, el cáncer de mama es altamente tratable, por eso la prevención y el control son fundamentales.
Carcinoma ductal invasivo: el más frecuente, comienza en los conductos mamarios y puede diseminarse.
Carcinoma lobulillar invasivo: inicia en los lobulillos que producen leche.
Carcinoma ductal in situ (CDIS): etapa temprana que aún no invade tejidos cercanos.
Otros tipos menos comunes: enfermedad de Paget, carcinoma inflamatorio, etc.
Edad mayor de 40 años
Antecedentes familiares de cáncer de mama o de ovario
Mutaciones genéticas (BRCA1 y BRCA2)
Menarquia temprana o menopausia tardía
Terapias hormonales prolongadas
Obesidad, sedentarismo y consumo de alcohol
Bulto o masa en la mama o axila
Cambios en el tamaño, forma o textura de la mama
Hundimiento del pezón o secreción anormal
Enrojecimiento, dolor o piel con aspecto de “piel de naranja”
Autoexploración mamaria mensual
Mamografía anual (desde los 40 años o antes si hay riesgo)
Ecografía mamaria y/o resonancia magnética
Biopsia para confirmar el diagnóstico
Depende del tipo y la etapa, e incluye:
Cirugía (conservadora o mastectomía)
Radioterapia
Quimioterapia
Hormonoterapia
Terapias dirigidas (biológicas, inmunoterapia)
Especialista en ginecología general.
Sub especialista en ginecología oncológica y mamaria
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